Cuanto más profunda y más grande sea una herida y cuánto más sucia esté, más cuidados necesitará. Por ello, un equipo de médicos y de enfermeros especialmente entrenados en el cuidado de heridas colaboran para supervisar y tratar las heridas importantes.
El personal médico y de enfermería empieza por evaluar una herida basándose en su riesgo de infección. Las heridas “limpias”, aquellas que no están contaminadas por bacterias, son las asociadas a menor riesgo de infección y son de más fácil tratamiento.